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Fragmento de “Diario de un rockero suburbial”, de Enrique Mercado.

  • TELEGANÉS te trae en exclusiva un fragmento del próximo libro de Enrique Mercado que trata del mundo del Rock durante su auge en España

Desde que he dejado de ir al Pirola y a la Zona, mi objetivo ya no son las chicas pijas del centro (mi relación con Rosa ha pasado a mejor vida: ya no se tendrá que preocupar de que la deje después de echar el primer polvo), sino las heavies de relumbrón que frecuentan Canciller, Barrabás, la Argenta o esta caverna de la Jaula donde ya hemos hablado con los propietarios para tocar en septiembre. El local es una sala subterránea a la que se baja directamente desde la calle. Tiene tres espacios de mesas y sillones negros de cuero separados por gruesos barrotes, lo que explica el nombre del lugar; una barra al fondo y, en el centro, la cabina del pincha y delante un espacio vacío donde se colocan los grupos para dar los conciertos en vivo. Aquí hemos visto tocar a Coz, a Raza, y nos hemos tragado un montón de jam-sessions de blues y rock & roll en las que suelen participar miembros de grupos conocidos y algunos ya consagrados.

Como uno de los socios de La Jaula es el bajista de Sobredosis, por allí se dejan caer de vez en cuando figuras del rock español como José Carlos Molina, de Ñú, los de Topo, Obús y, últimamente, los componentes de Bella Bestia, un grupo emergente de heavy metal, de estética glam, y cuyo cantante no para de contonearse, incluso cuando se va a mear a los baños, que, por cierto, se me olvidó comentar que están al fondo, a la izquierda. Las tías están locas por él. Nosotros, como es lógico, no estamos de acuerdo y le dedicamos algún que otro epíteto.

-Decís eso porque os corroe la envidia -nos replican las pibas cuando les hacemos mención del supuestamente glamuroso vocalista.
No es cierto. Es simplemente aversión a todo aquello que no queremos ser nosotros.

Sin embargo, allí estamos, dejándonos ver porque en el rock, como en cualquier otro sector de actividad económica, hay que comer unas cuantas pollas y sobre todo, dejarse ver, a todas horas y en todas partes.

Fragmento de “Diario de un rockero suburbial”, de Enrique Mercado. Editorial: La Tentación de mi Niña.

Alejandro Mangas Díaz

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